LA CATEDRAL

 


La Santa Apostólica Iglesia Catedral de Cádiz es la sede episcopal  de la diócesis de Cádiz y Ceuta, en España. Es un edificio de estilo barroco y neoclásico. Se empezó a construir en 1722 según proyecto del arquitecto Vicente Acero, el cual abandonó el proyecto en 1739 y se hizo cargo de las obras Gaspar Cayón, dejando la dirección de las mismas en 1757 a su sobrino Torcuato Cayón. Tras su muerte en 1783, le sucedió Miguel Olivares hasta 1790, fecha en la que empezó a dirigir la obra Manuel Machuca y Vargas. Finalmente se da por terminada el 28 de Noviembre de 1838 aunque con obras aún pendientes, como el coro, el presbiterio y las torres. Las crisis económicas provocaron que la catedral tenga un estilo variado, barroco, rococó y neoclásico, a causa de las invasiones francesas y la posterior pérdida del poder sobre América. Es Bien de Interés Cultural. 

Recibe el nombre de la "Santa Cruz sobre el Mar" o "Santa Cruz sobre las Aguas", aunque los gaditanos la denominan Catedral Nueva en contraposición a la catedral Vieja, edificada en el siglo XVI sobre la antigua  catedral gótica mandada construir por Alfonso X el Sabio, y que hoy cumple las funciones de Iglesia parroquial.

Estás situada en el centro histórico de Cádiz, casi al borde del mar, y es visible desde casi cualquier punto de la ciudad. 


En el interior existen un total de 16 capillas, entre las que destacan la de San Sebastian, obra del genovés Andrea Ansaldi; que conserva un lienzo que representa a su titular, fechado en 1621 y  la de San Servando y San Germán, que cuenta con tallas barrocas de los titulares obra de Luisa Roldán, la Roldana, fechadas en 1687; la capilla de Santa Teresa que expone la custodia procesional del Corpus Christi, realizada en plata entre 1649 y 1664 sobre diseño de Alejandro Saavedra y la Capilla Mayor, que presenta un templete neoclásico de planta circular realizado en mármoles de colores y bronce dorado, siguiendo el diseño de 1790 de Manuel Machuca.

 

 

 


El Coro es el espacio destinado para aquellos miembros "capitulares" que tienen encomendado el rezo del Oficio Divino. Supone un conjunto extraordinario cargado de historia, arte y simbolismo, desde la sillería hasta las rejas.  

Dicha sillería se divide en dos cuerpos: una alta, procedente de la Cartuja de las Cuevas de Sevilla, de esmerada ejecución; y una baja, obra posterior de adaptación. La imaginería del coro corresponde a la mano de varios autores, pudiendo destacar la firma de artistas como Agustín de Perea y de sus discípulos, que trabajaron en la realización a finales del siglo XVII. Esta magnífica talla en madera llegó hasta Cádiz gracias a la capacidad de gestión del obispo Don Juan José Arbolí y Acaso, a mediados del siglo XIX.

Es imposible admirar el coro de la catedral sin reparar en los dos imponentes órganos, el más antiguo proveniente de la Catedral Vieja de la Santa Cruz y realizado a finales del siglo XVI o principios del XVII. El otro, más reciente, es obra de los organeros Otín y Roqués inaugurado en la festividad de la Inmaculada del año 1870.

La Cripta se encuentra debajo del altar mayor y situada bajo el nivel del mar, se construyó entre 1730 y 1732 realizada en piedra ostionera. Contrasta el esplendor del mármol de la parte superior con la sobriedad de este recinto. Con la realización de esta bóveda vaída, casi plana, el maestro Vicente Acero llevó a cabo sus conocimientos de arquitectura demostrando que, con los cálculos adecuados, el material podía resistir, dando cobijo de esta forma a uno de los espacios más emblemáticos de la Catedral.

Espacio circular dotado de magnífica sonoridad por su cercanía con el mar,  e incluso sentir, ya que al tocar sus muros se pueden sentir las olas del mar, se da paso a la capilla de los sepulcros de los Obispos. Preside el recinto el Cristo de Aguiniga, traído de América a principios del siglo XVI. En el otro extremo se conservan las reliquias incorruptas de la mártir romana Santa Victoria, cuyo rostro, manos y pies están cubiertos con máscaras de cera Digna de reseña es la imagen de la Virgen del Rosario, en mármol italiano, obra de Alejandro Algardi.

También en la cripta se encuentran sepultados dos hijos ilustres de esta ciudad: el compositor Don Manuel de Falla (1876-1946) y el poeta y ensayista Don José María Pemán (1898-1981). 
 
Llama la atención el material con el que está realizada la tumba de Manuel de Falla, piedra de Sierra Elvira, que evoca su cercanía con la ciudad de la Alhambra y la inscripción "Solo a Dios Honor y Gloria".

El sepulcro de José María Pemán, en mármol blanco, está protegido con balaustres de bronce que sostienen un Toisón de Oro.
 
 

 
 La cripta acoge una exposición que muestra una mínima parte del histórico monumento eucarístico que cada año se instalaba de manera efímera en la Catedral. Una obra de enormes proporciones, (por encima de los quince metros de altura, según sostiene el restaurador Fabián Pérez) y que aglutina grandes firmas de artistas de la época, empezando por su creador, Torcuato Cayón, y por la reconocida Luisa Roldán y siguiendo por Domenico Giscardi, Pedro Laboria o Franisco Caballero. 

 
 

 

 

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